lunes, 2 de septiembre de 2013

Crucero IV: Santorini


   Nuestro cuarto destino, Santorini, una isla volcán preciosa. Camiseta del día, amarilla.
   
   Desde luego es un destino idílico. Como que me daban ganas de mudarme, con esas vistas, esas casas tan bonitas, esa blancura que a una le inspira más de una historia y esa relativa tranquilidad que se respira. Eso sí, el detalle del volcán, ejem...

   Accedimos a la isla en una lancha, dado que el puerto es bastante pequeño y los cruceros no pueden acercarse. Toda una experiencia subirse a la lancha, pero varias manos se encargaban de que ninguno de nosotros diese un mal paso. Luego nos tocaba subir hasta Fira, la capital, muy bonita pero con una ligera pendiente. Modos de acceder a ella, subiendo unas extensas escaleras, utilizando el burro (mascota de la ciudad) o montándose en el teleférico.


   Fira se percibe como la parte más turística de la isla, al menos esa es la impresión que me causó. Multitud de tiendas nos daban la bienvenida, era como estar en casa, me recordaba mucho a los pueblos del sur de España, tan pintorescos, con esa vida de calle en verano y con tantos puestos que te invitan a entrar.




   Pero no nos quedamos sólo en Fira, tomamos un autobús que nos llevó al otro lado de la Isla, la parte, a mi gusto, más bonita y bucólica.


   Las vistas panorámicas son preciosas, nos muestran un entonorno de cuento, todo blanco, de ensueño diría yo. 




    Pero si vamos al detalle, nos encontramos rincones impresionantes. De los que te gustaría llevarte a tu casa y así poder respirar Santorini a diario.






   Sus calles, tan limpias y cuidadas, te invitan a pasear, a recorrer cada uno de sus rincones, incluso a meditar con ese sol tan bien recibido.


 
    También el arte está presente en cada rincón. Con esculturas que encajan perfectamente con el entorno.

    Y si aún no estáis convencidos, mirar estas otras fotos.




    Efectivamente, tal como la definen, es la isla más bella de todas las islas Cycladas. Su forma peculiar la da el hundimiento de la caldera de su volcán. Es una isla habitada, al menos, desde el año 3000 a. de C., por los fenicios, los dorios la habitaron del 2000 al 1550 a. de C., año que interrumbió su desarrollo debido a la gran explosión del volcán.

   Podría decirse que, después de Venecia, ha sido el destino que más me ha impactado. Realmente, no me importaría volver.

   De regreso al barco, con bastante tensión dada la cola que se formó para bajar en el funicular. Finalmente embarcamos a tiempo, listos para una ducha relajante, prepararnos y ver el espectáculo del día. El "Show de Roberto Vara: entre magia y alegrías", de los mejorcitos del crucero.

Nota: Souvenirs, el más que típico burrito de peluche y un pequeñísimo Siku como recuerdo.








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