miércoles, 28 de agosto de 2013

Crucero III: Corfú


   Nuestro tercer destino, Corfú. Realmente no bajamos demasiado entusiasmados, aunque terminamos encantados con sus tiendas, todo hay que decirlo.
   Desde el puerto tomamos un autobús que nos dejó muy cerca del casco antiguo, zona a visitar, y enseguida vimos parte de la fortaleza nueva.
   De Corfú hay que señalar que, según dicen, es una de las Islas más bellas de Grecia. Su ciudad fue construida en la mitad de la Isla, en el miso lugar de la ciudad antigua. Es conocida por los griegos como Kerkyra o Kerkira. 
   Según cuenta la mitología Poseidón se enamoró de la ninfa Córcira, hija de Asopo y Metope. Como era de costumbre entre los dioses, Poseidón la secuestró y la llevó a la Isla, que por aquel entonces aún no tenía nombre, y en un arrebato de felicidad le ofreció su nombre al lugar: Kókyra, que acabó evolucionando a Kerkyra.


   Dicho todo esto, para situarnos en la Isla, tendré que admitir que no vimos demasiado, puesto que realmente no nos pareció un destino tan "impactante" como el resto. Quizá porque ya estábamos algo cansados, o porque no bajamos todos del barco. Pese a todo no nos perdimos el Palacio de San Michel y San Jorge. Realmente precioso, tanto la construción como sus jardines. 
   Ah, se me olvidaba, ese día, los primos, iban todos de azul.


   El palacio fue construido entre 1819 y 1824, cuando Sir Thomas Maitland prestó servicio como primer Alto Comisario Británico de las islas Jónicas.


    Sus jardines son maravillosos, con vistas a la Spianada. No pudimos hacer mejores fotos por la frondosidad de los árboles.




 

    Tampoco visitamos la Fortaleza Antigua, la limitación de los horarios nos impedía poder llegar a todo, por lo que nos conformamos con verla por fuera y desear poder realizar otro viaje sin que el tiempo sea un obstáculo.



   Reitero que nos dejamos mucho por ver, pero nos compensó su paseo por diversas callejuelas, descubrir un Corfú más cercano, el de la gente por sus calles en su actividad diaria.


   Algo que nos gustó mucho fueron sus calles adoquinadas. Había muchas zonas que parecían peatonales, pero descubrías que no era así, las motos también compartían perfectamente nuestro espacio.


   También nos encontrábamos, a cada paso, pequeñas hermitas o iglesias ortodoxas. Muy pequeñas, pero bastante bonitas y acogedoras. 


   En algunos momentos me parecía estar en alguna de nuestras zonas costeras. Con esas calles llenas de tiendas de souvenirs y ese ambiente playero que tanto me gusta.


   Aunque no me dio tiempo a fotografiar a ningún vehículo pasando por la calle, hay que decir que impactaba mucho verlos. Imaginaos la foto de arriba, con esas mesas colocadas para tomar algo y los vehículos pasando sin problema por las calles. Me chocó mucho, pero parece que es lo más normal del mundo allí.


   Las calles estrechas, con esos balcones casi pegados, me recordaban a Toledo, pero eso sí, más griego que moruno.


      En esta plaza en concreto nos encontramos con una pequeña muestra de arte en este puesto ambulante. Cualquier sitio es bueno para mostrar las obras y, de paso, que alguien las adquiera.




   El paso por Corfú no fue tan espectacular como pensábamos, pero tampoco vimos todo lo que esta isla nos ofrece, así que tendremos que pensar en volver y procurar no dejarnos nada por ver.
    Por cierto, nos llevamos una flauta típica de allí y un djembé. Ya de regreso al barco, y como fin de fiesta espectacular, el espectáculo del día "Cuerdas de Fuego", mi hijo y yo entusiasmados con la violinista Mayra.