domingo, 29 de julio de 2012

20 días



Quien lo diría, ya han pasado 20 días desde que Cleo tuvo a sus tres cachorritos. Van creciendo muy rápido, tienen los ojos abiertos y empiezan a compartir juegos. Son verdaderos peluches.






Cleo se está presentado como una auténtica madraza, aunque eso si, compartiendo sus responsabilidades con nosotros. Hace unos días me sorprendí ejerciendo de "abuela gatuna", cuando Cleo me los acercó a la cama, a mi lado, para que los cuidara mientras ella se daba una vueltecita mañanera.



Me pareció un detalle muy tierno por su parte, ya que denota una gran confianza en nosotros. Así que estamos disfrutando muchísimo esta nueva etapa en la familia, creando lazos fuertes con nuestros animales y valorando a cada instante la suerte que tenemos de poder aprender a su lado día a día.




miércoles, 18 de julio de 2012

Skype en casa

 
Las nuevas tecnologías pueden ser de lo más útil. Para mi hijo el Skype sirve para comunicarse a diario, o casi, con sus amigos. Se ven, hablan y, en este caso, comparten sus aficiones.

Lo único malo de todo esto, es que yo tengo que apañarme, casi de manera continua, a trabajar desde el móvil, con el inconveniente que esto supone. Pero verle así, disfrutando, jugando y aprendiendo, compensa todo lo demás.


Por eso, cuando alguien se siente horrorizado ante la idea de un niño con internet al alcance de su mano, recurro a experiencias como ésta para mostrar que no es nada diabólico. Al contrario, es la parte positiva de las nuevas tecnologías.
 
Evidentemente pienso que lo mejor para un niño es estar físicamente con sus amigos, jugando al aire libre. Pero cuando esto no es posible, por mil motivos ajenos a ellos (mayormente la distancia entre casas), esta opción es tan válida como cualquiera, y el contacto sigue igual de vivo.

Por el momento es una ayuda estupenda para sus ensayos, porque en compañía todo se hace mucho mejor.


miércoles, 11 de julio de 2012

Ciclo de la vida: nuevos gatitos

El año pasado adoptamos-rescatamos una gatita. Era muy pequeña aún y la alimentamos con biberón, la llevaba en mi tripa casi todo el rato, dado que perdía calor demasiado rápido. Así que puede decirse que crié a una gata con bastante apego.


Se adaptó perfectamente a nosotros y a los perros. O quizá tendría que decir, que los perros se adaptaron a ella. Tobi se convirtió enseguida en su protector y así a sido hasta hoy, que veremos a ver como acepta a los nuevos miembros de la casa.


Esa pequeña bolita se convirtió en una preciosa gata, caprichito del barrio gatuno, así que no tardaría un año en venirnos con una sorpresita en su barriga. Mejor dicho, tres pequeñas y adorables sorpresas.


Hace exactamente diez días estaba ya así de gordita. Al ser primeriza, y sin saber cuantas crías tenía, no pensamos que fuese a parir tan pronto, así que calculamos que sobre finales de este mes sería su alumbramiento. Pero ayer nos encontramos con que la cosa podría adelantarse.

Mi hijo se dio cuenta, a eso de las doce y media de la mañana, que Cleo había mojado la cama. El pensó que se había meado, así que comprobé que realmente era lo que me suponía. Con varias toallas en ristre y trasladando a la embarazada al baño, esperamos pacientemente la llegada de los gatitos. 

Anotamos en un cuaderno cada una de las contracciones, mi hijo se encargó de esta parte. Lo más bonito era que él ya sabía cuando le venía una contracción a Cleo, por sus movimientos en la tripa y su reacción. Ya lo sentía como ella. Cuando la cabeza del primero se veía, a eso de las dos y media de la tarde, mi hijo tuvo que salirse del baño porque los maullidos de la futura madre le superaban. En cuanto escuchó el pequeño lamento del que creemos se llamará Nilo, volvió enseguida dispuesto a no perderse el resto.


Pero su deseo se frustró cuando Cleo comenzó a comerse su placenta, algo normal entre los mamíferos, así que tuvo que salirse de nuevo, mareado y un poco descompuesto. Aunque tras explicarle sus beneficios y recomendarle mirar para otro lado, ya se sintió capaz de aguantar hasta el final, como así lo hizo. Un verdadero matrón, acompañando en todo momento, dando ánimos a la mamá y disfrutando de la llegada al mundo de los demás gatitos.


Tras una media hora, que nos pareció muy pocos minutos, menos mal que mi hijo llevaba el registro real y así lo pudimos comprobar,  apareció el segundo. Venía de culo,  al final opté por ayudar un poco a Cleo y así evitar que pudiese resultar dañado. Misma operación, pero esta vez ambos esperamos a que terminase con su labor para volver a mirar. Mientras, nos preocupamos de que Nilo no perdiese calor, me habían comentado que normalmente suelen morir los primeros en nacer, así que nuestros esfuerzos trataban de evitar ese contratiempo, parece que lo logramos. Finalmente, la tercera apareció, tras veinte minutos, también entre contracciones más suaves, o eso nos pareció, y muy rápidamente. Ya los teníamos a todos, aunque no lo supimos hasta bastante tiempo después.


Tengo que reconocer que los dos últimos gatitos, o gatitas según creemos, parecían más unos ratones que felinos. El color, más propio de estos roedores, las patas rosadas y el rabo aún mojado, nos hizo pensar en el posible padre de las criaturitas, ¿quién sería?


Tras confirmar que solo tendría tres gatitos, nuestros esfuerzos se centraron en que se engancharon bien a la teta. Y otra vez tenemos que decir que ¡prueba superada! Cleo se ha mostrado como una gata estupenda, muy pendiente de sus cachorritos.

Por nuestra parte comentar que ha sido toda una experiencia. Vivir un parto de forma tan directa, acompañando al animal en todo momento y el aprendizaje que esto representa, a aportado a mi hijo mucho más de lo que a simple vista pueda parecer. La conexión con la gata era palpable, espero que le sirva para que el día de mañana, si alguna vez es padre, pueda asistir a su pareja de la misma manera.

martes, 3 de julio de 2012

Educar fuera de los senderos escolares

Hoy quiero compartir este reportaje que me ha parecido muy interesante. Tres historias diferentes que giran en torno a la educación en el hogar. 
 

Y ahora, el violonchelo





Y como no hay dos sin tres, como se suele decir, pues tras probar este otro maravilloso instrumento, el violonchelo, no nos queda otro remedio que subirnos a su carro el próximo curso.

Por mi parte hubiésemos esperado un poco más, algún que otro año, pero esa mirada emocionada y suplicante de mi hijo no me daba otra opción.

Que tiene la vena musical muy marcada, ya me he dado cuenta, y que sus ojos no pestañeaban ante las explicaciones de su próxima profesora, son señales inequívocas de lo que quiere.


Pero nos surgía un problema, esta clase nos coincidía con otra que tiene de actividad deportiva. Aún así se mostró tajante, dejaba el deporte si era necesario.

Ayer se lo comenté a su entrenador, acudiremos solo un día a la semana  y le tendrá en los partidos, siempre y cuando no le coincidan con los ensayos de la orquesta. Aunque se que le apena un poco lo entiende y le apoya, que es lo más importante.

Está claro que su vena musical puede mucho más que la deportiva, y eso que energía tiene un rato. Pero es su decisión, lo tiene claro y me emociona verle tan seguro, tan maduro y tan entusiasmado.

Tendremos que realizar más salidas al campo, ir en bici, realizar grandes marchas, vamos toda clase de ejercicio para compensar el cambio.  Reconozco que me vendrá bien, porque últimamente poco me muevo, así que me tendré que obligar por él.

No se en que acabará todo esto, pero lo que tengo claro es que lo vamos a disfrutar, dure lo que dure, ¡A TOPÍSIMO!

 

lunes, 2 de julio de 2012

La orquesta


Llevamos unas semanas de mucho movimiento. Finaliza el curso, en todos los sentidos, y en la academia de música de mi hijo, Juventudes Musicales, se han preparado varias actuaciones para celebrarlo. 

El pasado sábado 23 de junio, tuvieron su festival en el salón de actos de un colegio. Como la orquesta estuvo magnífica, repitieron el jueves 28 en el auditorio, en el festival de los más pequeños.


De esta guisa se presentó mi chico para su actuación. La estética la tenía clara, dentro de los parámetros recomendados por la propia escuela, él quería ir todo de blanco y muy metido en su papel. Había que dar lo mejor de uno, porque no toda la orquesta en pleno estaría, así que había que esforzarse el doble, si eso era posible. Ni que decir tiene que lo bordaron.

Lo que más le emocionó ambos días, tanto el sábado como el jueves, fue la presencia de la familia. Tenía muchas ganas de que pudieran verle, para él era muy importante, y aunque una de sus abuelas no pudo ir el sábado, el jueves estuvo presente. La carita de ilusión al verles, en ambos días, no tiene precio. Y lo más grande, saber que les gustó mucho. Aún le cuesta expresarse y agradecer su presencia, pero en casa estaba pletórico y me preguntaba una y mil veces si les había gustado su actuación.

Y es que ha encontrado su debilidad, la música. Está encantado con su violín, con su orquesta, con su mundo. Su vocación la tiene clara, ahora me toca ayudarle en su camino, como siempre, acompañándole y disfrutando de sus avances, sus descubrimientos y de su energía que, dicho sea de paso, ¡tiene a raudales!

Para el próximo curso lo tenemos bastante claro. Atacaremos de lleno la historia de la música, con pinceladas de arte por supuesto. Las batallas las dejaremos para más adelante, todo lo que conlleve muerte le sigue removiendo demasiado, así que nos quedaremos con la parte amable de nuestros anales terrestres.

Solo nos queda pedir que en el próximo curso se reanude la orquesta, que mi hijo siga en ella y que yo pueda continuar disfrutando tanto o más que este año.