lunes, 16 de noviembre de 2015

Hayedo de Tejera Negra


   Pues aquí estamos, en el Hayedo de Tejera Negra, el hayedo más al sur de Europa. Está situado den Cantalojas, un pueblo precioso de Guadalajara, y forma parte del macizo de Ayllón, en el extremo oriental del Sistema Central. De lo que se entera uno cuando sale de excursión. Aunque para ser fiel a la realidad debería decir, cuando a uno le proponen ciertas excursiones tan interesantes. Sitios mágicos que están relativamente cerca de nosotros, aunque el viaje se hace un poco pesado debido a las curvas de la carretera. Pero mereció la pena.
 
 

 
   De las rutas propuestas, nosotros nos decantamos por la más corta. ¿Por qué?, pues por dos razones, primero porque nos dijeron que era la más bonita, y segundo, con dos niños que disfrutan jugando a cada paso, se entretienen con cualquier rama, riachuelo, piedra,... nos parecía inviable acabar la ruta antes de que la oscuridad nos cerrase el paso. Y para ser francos, las subidas a las que nos enfrentamos en algunos tramos no eran nada desdeñables. Para mí que cuentan como triple.
 
 
 
   Qué destacar, pese a lo escarpado del terreno, el entorno en general es precioso. No hay lugar que no sea digno de ser fotografiado. Como en un cuento, daban ganas de tumbarse a cada paso en estos lechos de hojas. Andar sintiendo su tenue crujido bajo nuestros pies, una suave melodía que incita a meditar. Pero este pasaje bucólico dura poco, el tiempo en que los peques tardan en soltar una de sus risotadas.
 
 
     ¿Y qué decir de éste desnivel?, pues que es nada comparado con lo que nos esperaba más adelante. Pero todo sea por coronar una cima que se nos antojó un tanto "insípida" una vez alcanzada. El camino nos llenó de expectativas que no lograron cumplirse, y es que mejorar el camino que disfrutamos en este bosque es casi imposible.
 
 
 
   Como una simple llanura, la cima, se nos presentó como algo árida y sin encanto. Para correr, jugar, descansar y comer algo, por supuesto, pero poco más. Quizá sea una insensible para muchas personas, pero tras ese precioso tramo boscoso, todo lo demás se me antojaba sencillo.
 
 
   De regreso, y siguiendo la ruta circular, seguimos atravesando el bosque de hayas. Quizá demasiado mágico o demasiado oscuro, depende de la percepción de cada uno. Me guardaré mi opinión sobre las energías que allí se percibían. Pero llegando casi a nuestro final de trayecto, pudimos observar estas curiosas colmenas, que aunque vacías, tienen un especial encanto natural.
 
 
 
   Queda mucho por contar, pero lo mejor es que cada cual lo viva a su manera. ¿Recomendable?, sin lugar a dudas.¿Cómo estará en invierno?, pues quizá nos animemos de nuevo a visitarlo. Aunque quedó una promesa en el aire, esa visita con pies libres durante todo el recorrido. ¿Para primavera?

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