lunes, 11 de noviembre de 2013

Laberinto de las Cárcavas

   Parece mentira que en nuestra comunidad tengamos paisajes tan extraordinariamente hermosos como éste. Ésta ha sido sin duda una de las salidas que más nos han impresionado, y que repetiremos sin duda.

   Pero, como siempre, el taller al que acudimos nos tenía reservadas muchas más sorpresas. Nos tocó ir a Patones, a la presa que allí hay,  donde nuestras expertas explicaron a los niños toda la historia de dicha presa y la función de las mismas.




    Tras las explicaciones pertinentes, comenzamos el recorrido que nos llevaría hasta las Cárcavas, eso sí, siguiendo con unas charlas muy interesantes.


   Muchas veces no nos damos cuenta de la cantidad de información que no compartimos con  nuestros hijos. En ocasiones parece como que el conocimiento está ya ahí y que no hace falta más. Pero en situaciones como esta me doy cuenta de ello. Algo tan sencillo como la recogida de la aceituna y sus diferentes usos, adquiere un matiz de gran importancia cuando alguien se detiene a explicárselo a los niños. Y no sólo eso, sino que les hace partícipes de la experiencia, compartiendo sus conocimientos y experimentando a la antigua usanza.


   Tras las explicaciones pertinentes, se repartieron unos cubos al os niños con aceitunas que ya habían sido tratadas. Les quedaba sólo el último toque, así ellos pudieron aprender a aliñarlas de forma directa y divertida. Tras introducir todos los ingredientes, se les repartió unas pocas a cada uno. Aunque a mí no me pareció algo demasiado interesante, reconozco que los niños lo disfrutaron mucho y les encantó la experiencia.


    Continuando con nuestra clase, llegamos a un punto donde nuestra experta pedagoga explicó cómo funciona un río. Con una maqueta de arcilla, que habían realizado, explicaron conceptos tan básicos como son la erosión, transporte y sedimentación. He de decir que les quedó perfectamente claros.


   Llega el momento de poner en práctica todo lo aprendido. A clasificar rocas.






   En esta búsqueda participaron pequeños y grandes, aunque hay que decir que los niños muestran más habilidades en ciertos terrenos.


   Ahora nos quedaba llegar al laberinto. Toda una aventura.



   El terreno no presentaba excesiva dificultad, pero ir cargados con las bolsas de la comida, y el hambre que nos gastábamos, hacía que aquello pareciese una ruta interminable.



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