Con la llegada de la primavera parece que nos apetece hacer muchas más cosas, así que entre ellas nos hemos aventurado a plantar unas semillas que teníamos por casa. Disponíamos de tierra, pero faltaban los semilleros, así que fuimos a buscarlos.
Estando en la tienda, y viendo como eran, mi hijo se negó a comprarlos, puesto que decía que con las hueveras que teníamos en casa haríamos la misma función. Así, de paso, podíamos reciclar todas las que hemos ido amontonado desde hace tiempo.
Así que nos pusimos manos a la obra, recortando todo lo que él me iba diciendo y preparando las semillas que llevaría cada uno. Hizo los carteles para cada semillero y los pinchó con un palillo, para que quedase fijo en cada parte de la huevera.
Tras esto salimos fuera para la parte de plantar y etiquetar. Así que en cada huevera plantamos los huesos que él creía conveniente, uno solo en cada uno de los compartimentos del huevo, y dos en la parte lisa de la huevera.
No hemos podido plantar todas las semillas, aún nos queda trabajo por hacer, pero por el momento tenemos un gran trabajo de seguimiento y confirmación de que esos huesos pertenecen realmente al árbol que pensábamos.
Nos costó mucho decidir sobre unos huesos que no sabíamos si eran de melocotón o nectarina, ya se verá si nacen, agarran y aguantan no solo el transplante a la tierra de la parcela, nuestros dos perros también tienen su peligro.
Por el momento hemos plantado solo árboles frutales, ampliaremos con algo para el huerto, aunque sea un poco tarde, veremos como reaccionan las semillas durante la primavera y que podremos conseguir para el verano.
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