El pasado domingo estuvimos en La Pedriza. Acudimos a un taller de geología junto a otras familias. Como viene siendo habitual, ¡regresamos encantados!, y agotados dicho sea de paso.
Pese a lo que tardamos en entrar, y eso que madrugamos, y en llegar al lugar, todo se nos olvidó en ese paraje. El agua fue otro punto a nuestro favor, los niños tardaron bien poquito en bañarse, así que, puede decirse, la actividad fue un éxito y lo pasamos genial, además de aprender muchísimas cosas.
Tras una comida campera y jugar un poco en el Manzanares, comenzamos la actividad siguiendo a nuestras expertas en la materia. Los niños encantados y emocionados, los padres acompañándoles en todo momento, lo disfrutamos tanto o más.
Lo primero era empezar por la base, aprender a interpretar un mapa. Algo muy interesante, tanto para ellos como para nosotros, todo hay que decirlo. Les mostraron varios tipos de mapas, sus leyendas y les explicaron cómo orientarse con ellos.
Las chicas prepararon una maqueta estupenda para enseñarles mejor cómo interpretar las curvas de relieve. Todo lo que sea más visual ayuda mejor a su comprensión. No olvidemos que un mapa no deja de ser una superficie lisa donde nuestra imaginación tiene que ejercer el mayor trabajo, de esta manera, con colores y algo de volumen (en este caso el grosor de la goma eva), los niños entendieron perfectamente tanto la altura como la profundidad del desnivel.
Les quedó claro el camino a elegir basándose en las lecturas de los mapas. Cuanto mayor distancia entre una curva de nivel y otra, menos empinada se presentará la pendiente. Por cierto, creo que nos animaremos a realizar nuestro propio mapa, visualmente quedó precioso y nos da juego para trabajar mucha áreas más. No me olvido de las leyendas, saber interpretarlas y situarlas en el mapa es importante también.
Tras aprender a interpretar los mapas, quedaba aprender a orientarse en el sitio. Nuestra geóloga particular les enseñó a buscar lugares de referencia en el entorno y hacer su propio esquema para evitar que se perdieran. Dibujando, a modo de ejemplo, en una pizarra blanca los lugares más "emblemáticos" que nos rodeaban y así tener plena conciencia de nuestra situación en cada momento.
Algo muy importante también, saber utilizar una brújula, con ella terminaron de enseñar a orientarse en/con un mapa. Trabajaron los puntos cardinales señalaron cuadrantes en los mapas, con lo que terminaron sabiendo incluso señalar las principales bisectrices. No llegamos a ver la "Rosa de los vientos", pero creo que sería demasiado complejo para ellos.
Tras el estudio del mapa analizar directamente el entorno. Vieron claramente el valle entre las dos montañas, las crestas, la ladera, el collado, el cancho, la peña y parte de bosque en el que nos encontrábamos.
Analizaron también la flora del entorno. Buscaron algunas flores específicas, con lo que tuvieron que observar bien todo lo que nos rodeaba.
Cambiamos un poco de entorno y nos fuimos a una parte de la Pedriza donde un pequeño arroyo termina su recorrido en el mismo Manzanares. Los peques aprovecharon para darse un remojón mientras buscaban piedras de granito para comprobar sus características y aprender a diferenciar sus componentes.
Nuestra experta en geología nos indicó que el granito se forma bajo la superficie terrestre, por grandes presiones y temperaturas. Su composición de Mica, Cuarzo y Feldespato le da ese aspecto tan particular. Los peques acabaron diferenciando los diferentes tipos de granito en base a los minerales que lo forman.
El siguiente juego consistía en encontrar diferentes tipos y formas de roca en el paisaje. Cada grupo llevaba una tarjeta con lo que tenía que encontar y luego compartir su descubrimiento con los demás grupos. Lo mejor, encontrar a nuestro famoso Snoopy tomando el sol, ¿lo veis en la foto de arriba?
La última actividad tuvo el mayor de los éxitos, buscar bichos acuáticos. No se puede decir que encontrasen muchos, aunque los suficientes para poder buscar en una guía de insectos a qué clase correspondía y de qué se alimentaba.
Finalmente, para rematar el día, el baño se convirtió en la estrella de la tarde. Aunque pocos adultos nos atrevimos a pisar las "frescas" aguas del Manzanares, los niños no se privaron de dicha experiencia y se animaron, incluso, a tirarse desde el tronco.
Conclusión, el estudio en plena naturaleza, la diversión entre actividad y actividad, la compañía de los padres y unas expertas en la materia (y no sólo en lo que a geología se refiere) fomentan el interiorizar conceptos que se fijarán en su mente de otra manera.
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