Mi hijo ha descubierto a Harry Potter en todo su esplendor, hace poco tiempo no podíamos leer ni tan siquiera el primer libro, menos aún ver alguna de sus películas, con lo que a mí me gustan. Aunque reconozco que la primera vez que leí toda la saga me dejó una sensación agridulce, pero eso es otra historia.
El caso es que está tan metido en este universo mágico que decidió que quería una varita. Primero pensó en ir al campo que tenemos cerca de casa y buscar una rama apropiada para hacer su propia varita. Al menos ya hemos superado el tener que ir a comprar una.
Pero tras rastrear los cajones de la cocina encontró la solución perfecta, los palillos chinos, los que se utilizan para comer, tienen la medida perfecta, según cree él, son fáciles de encontrar y solo hay que personalizarlos. A mí no se me hubiera ocurrido (pero eso a estas alturas no es nuevo para nadie), pero él vio más allá.
Así que un poco de Patarev de colores, un palillo chino y un poco de imaginación, dan el resultado de más arriba. Imaginad cual es el mío, no hace falta demasiado coco para darse cuenta de que es el más simplón. Llevamos todo el fin de semana jugando con ellas, lanzándonos hechizos.
Para rizar más el rizo hemos tenido problemas con la luz durante los dos días, pero para mi hijo eso no ha sido problema. En un momento en el que no volvía la luz y teníamos que comer, muy serio fue a por su varita y lanzó su pedazo de hechizo "Lumus" y curiosamente la luz volvió.... Ahí lo dejo estar, yo pensando en que las casualidades existen y él, por contra, valorando una varita hecha por él y que puede igualar a cualquiera que venda Olivanders.
Me encanta!!! No sabía que tuvieras blog :)
ResponderEliminarLo hemos montado hace poquísimo, ahora estamos dándole algo más de difusión. Espero que te guste.
ResponderEliminarBesazos.