El pasado sábado fuimos de excursión a Buendía, para visitar la "Ruta de las Caras". Realmente no sabría decir si estoy o no de acuerdo con que se tallen estas imágenes en las rocas, pero la idea de estar frente a un pequeño museo en plena naturaleza no me es desagradable.
Fuimos con un grupo de familias con la idea de ver esta curiosa ruta, que no se hizo para nada larga, y pasar un día en el campo disfrutando de la naturaleza. Por nuestra parte podríamos decir, objetivo cumplido. Lo peor es el viaje, aunque mi hijo está acostumbrado a trayectos más o menos largos, siempre se hace un poco pesado hasta que llegamos al punto. Y otra cosa que he descubierto, tengo que hacerme con un buen mapa de carreteras y trabajar sobre él, los GPS no son fiables, ya lo sabemos todos, y en ocasiones seguirlos es poco más que suicida.
La Ruta es bastante curiosa, consta de 18 caras que son interesantes de ver. El entorno da mucho juego también. Alguna que otra cueva hace las delicias de los más peques, que no dudan en "interrumpir" la excursión a cada momento para recrear su propia historia entre juegos, carreras, risas y miradas. Eso sí, analizando cada cara y sacando sus propias conclusiones.
¿Quién y cómo las hicieron?, pues varios artistas, a la manera clásica. No merece la pena explicar aquí todo el proceso cuando en su página está todo detallado. Así que sólo me quedaré con el curioso dato de que la imagen de Krishna y Maitreya, de cuatro por seis metros, se tardó en esculpir ocho años por la dureza de la roca. Vamos, que no eran aficionados estos artistas.
Debo admitir también que impresiona un poco ver semejantes imágenes salidas de la roca. No parecen tan grandes cuando las ves en la página web, pero al natural parecen totalmente diferentes. Claro que no todas tienen semejante tamaño, imagino el trabajo, aunque todas se ven perfectamente.
Aunque pensaba haber realizado más fotos de las caras, finalmente me dediqué más a contemplarlas que a fotografiarlas, total, no hay nada que no puedas encontrar en la red. Además, estar pendiente de los más pequeños no siempre es tarea fácil. La diversidad de edades entre los niños no es un motivo de separación, al contrario. Mi peque, que ya no lo es tanto, se prestaba de forma natural a cuidar o estar pendiente de uno de los más pequeños. Es en estos momentos, cuando le ves bajando de una montaña, llevando de su mano de un peque de escasos cuatro años, cuando te das cuenta de que se obtienen grandes frutos de su educación.
Volveremos, seguramente, porque sitios como éstos se merecen una segunda o tercera visita. El tiempo lo dirá.